domingo, 22 de mayo de 2011

Amor Secreto [Capitulo 6]


Terminaron de cenar y todo era como siempre, pero se sentía un ambiente de incomodidad, cuando llegaron a su piso, Elisa se fue directo a su habitación, cerro con seguro y se recostó en la cama, abrazó una almohada y cerró los ojos, y en ese momento revivió lo que había pasado con Gustav en esa tarde, cuando abrió los ojos con sus dedos roso sus labios e imaginaba como hubiera sido ese beso -¿Realmente me estas gustando? Se preguntaba. Durante lo que restaba de la noche se dedicó a analizar y estaba decidida a hablar con él, con Gustav. Él por su parte estaba sentado en uno de los sillones que tenían una vista de la ciudad, -No tengo que olvidar que tengo novia, que está esperándome en casa, y que la quiero… pero no la amo, es que ahora ella me atrae muchísimo, ¿cómo distingo si es amor o solo una atracción pasional? o ¿Estoy confundiendo la amistad con amor? No quiero cometer un error y perderla, pero si no me importara perderla le diría… ¡Oh, ya no sé ni lo que estoy diciendo, me vuelve loco!.. Y toco con sus dedos sus labios recordando la suavidad de los de ella cuando rosaban sus labios.

En ese momento tocaron a la puerta –¡Adelante, está abierto! Dijo sin voltear a ver quien era, -¿Se te perdió algo otra vez Bill?.

-Creo que no…

-¡Elisa, perdóname, pensé que eras…! Y se levantó de golpe del sillón.

-No te preocupes, vine a dejarte mi número. El celular de Gustav estaba sobre la mesita de noche y ella lo tomó para anotar sus datos, vio que el fondo de pantalla era una foto de ellos dos cuando estaban en Madrid y se sonrojó un poco, Gustav estaba nervioso, anotó su número, su correo y dirección, incluso se tomó una foto para la imagen de contacto.

-Listo, ahora seguiremos en contacto siempre, no me perderás.

-Gracias, aunque no me relaciono mucho con la tecnología eh.

-¿Y porque no? Es divertido, ya verás.

-¿Solo viniste por eso?

-Sí, bueno, no, en realidad, quería aclarar lo de hace rato, en mi habitación, quiero decir que que…

-Perdóname, no debí hacerlo, fue un impulso, no soy así en realidad, no quiero arruinar esta… Amistad. Gustav la interrumpió.

-¡Oh! Bueno, ok, ammmm… Entonces no pasó nada, ¿Ok? Ahora ella estaba desanimada, se sentía una estúpida por creer que él sentía algo por ella.

-Ok. Al ver que ella aprobaba olvidar lo que paso, para él era claro que no quiera algo serio, más que una amistad, era obvio que los dos no se atrevían a decir lo que sentían por miedo al rechazo y sobre todo porque era algo vergonzoso para los dos, parecían un par de adolescentes, y lo eran.

-Traje una película, quería saber si querías verla conmigo, es mi última noche aquí, mañana me voy en la noche. Y sacó una película de una bolsa plástica que llevaba.

-¿Cuál es? Porque no me gustan nada las de “chicas” y cosas así, son muy gays para mi, a Bill tal vez le gusten. Y se rieron juntos.

-No, es la de “El sexto sentido” es de terror ¿Qué te parece? . Y encendió el DVD

-¿Es la de Bruce Willis?

-¡Si, esa es! ¿Ya la viste?

-¡Claro, Bruce esta muerto! ¡¿Quién lo imaginaria?! Lo decía con mucha ironía.

Elisa lo miró con enojo y volteó a ver a Gustav que estaba recostado en la cama, tomó la caja del DVD y se lo lanzó.

-¿N-no la habías visto? Dijo Gustav sorprendido.

-¡NO! Por eso la traje, nunca la había visto. Elisa hiso a un lado el tazón de palomitas y se tiró a los pies de la cama con las piernas cruzadas.

-Perdóname, yo pensaba que… bueno es que…  Él se levantó y se sentó junto a ella.

-No te preocupes, mejor disfrutemos de este último día juntos, ¿No crees? Lo miró a los ojos.

-Ok. Cuando la miró le sonrió, se levantó y le extendió la mano, Ven conmigo, quiero mostrarte algo, te va a encantar.
 
-¿Qué es? Tomó las manos de él, Gustav la levantó con cuidado.

-Confía en mí. Y tomándola de la mano salieron rápido de la habitación, subieron las escaleras y la llevó a lo más alto de aquel hotel.

-Gustav, es hermoso.

-Ven. La ayudó a subir a un pequeño techo de una habitación que parecía de vigilancia, y se sentaron a apreciar las noche, las luces de la ciudad, y a ver el amanecer, platicaron durante horas, como se comunicarían después, como les había cambiado la vida el haberse conocido. Elisa se quedó dormida encima de Gustav, mientras él acariciaba su cabello, la miró y la abrazó para que no sintiera el frio de la noche, los dos se quedaron profundamente dormidos y abrazados.

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